En Inglaterra inauguraron una prisión flotante, en la que no necesariamente irán ciudadanos del país.
Se trata de celdas en un barco donde se ubicarán a los inmigrantes que llegan al país europeo.
La embarcación se encuentra al sur de la país, por lo que a las personas con esa condición las llevan en un autobús.
La decisión ha sido duramente criticada por organizaciones de los derechos humanos.
Creen que la medida es “antihumana”.
Hasta los mismos bomberos de la nación avisaron los riesgos de que se ocurriera un incendio.
Para el gobierno británico esto es una prioridad, no dan un paso atrás. Además aseguran que el alojamiento de los migrantes en hoteles cuesta unos €6 millones al día.