Un gran descubrimiento se realizó en territorio costarricense.
Investigadores del Servicio de Salud Animal (SENASA) y del Ministerio de Ambiente y Ganadería (MAG) descubrieron una nueva especie de bacteria patógena en murciélagos de Costa Rica.
El estudio se realizó en la selva tropical costarricense tras un estudio en 71 murciélagos vampiros (Desmodus rotundus).
Según indicaron en SENASA, la nueva especie de bacteria ha sido denominada 𝘉𝘳𝘶𝘤𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘴𝘧𝘦𝘳𝘢𝘵𝘪 sp. nov.
Durante el estudio, se observó que esta nueva especie de bacteria causa inflamación en la placenta y muerte del feto en los murciélagos infectados.
Según los expertos en el tema, esto es inusual en dichos mamíferos, quienes son portadores de diversos patógenos sin causarles daños asociados.
La investigación demostró que el 47% de los murciélagos vampiros estudiados están infectados por la bacteria Brucella.
Este descubrimiento es sumamente importante para el país, ya que desde 1994, cuando se dio el descubrimiento de Brucella ceti, no se había identificado a nivel mundial otra nueva Brucella que afectara la placenta.
“Gracias a las herramientas diagnósticas moleculares actuales, se logró determinar que esta bacteria ya había sido aislada en Costa Rica en 1984 de un canino con orquitis (inflamación de testículos), este hallazgo nos indica la capacidad de esta nueva bacteria para infectar a otros mamíferos” dijo Gabriela Hernández, encargada de la Unidad de Microbiología Médico Veterinaria del SENASA.
Para los investigadores, este estudio destaca la importancia de las preferencias de caza de los murciélagos vampiros para desarrollar estrategias de control más efectivas.
También, se demostró en la zona del estudio que estos seres prefieren alimentarse tanto de sangre de rumiantes, como de humanos y otra gran variedad de animales silvestres.
En Costa Rica, existen al menos 115 especies de murciélagos.
De estas 115 especies, algunas se alimentan de frutas, insectos, entre otros; lo cual trae grandes beneficios para los ecosistemas y el control de plagas.
El descubrimiento científico se realizó tras un estudio desarrollado desde marzo de 2020 hasta enero de 2023.
En el mismo, se tuvo la colaboración con la Universidad Charité de Berlín, el Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) y el Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica, así como el Programa de Investigación en Enfermedades Tropicales (PIET) de la Universidad Nacional y la Universidad Cornell de Estados Unidos.