Texto por: Xavier Colás, informe del corresponsal de RFI en Moscú
La sensación que se capta es de alivio. El sábado se acabaron los boletos para viajar fuera del país y ahora, al contrario, se agotan los billetes para salir de la ciudad a disfrutar del buen tiempo. En la capital rusa por fin se levanta el régimen de alerta antiterrorista. En los últimos días la policía ha estado inspeccionando sótanos, tratando de encontrar alguna amenaza y la sensación es que lo más difícil ya queda atrás.
El diario Kommersant, que sería como el equivalente de Financial Times en Rusia, titula en portada “Golpe desarmado casi sin consecuencias”, y eso a pesar de que hay 20 soldados rusos que resultaron muertos por los disparos de la gente de Yevgueni Prigozhin que abrieron fuego contra aeronaves rusas que les estaban sobrevolando.
En general, los medios de comunicación y especialmente la televisión, han optado por culpar o bien al extranjero, dinamitar completamente la figura de Yevgueni Prigozhin, que pasa de ser admirado a ser completamente un traidor, y hacen llamamientos a la unidad. Todo el mundo tiene que estar detrás del presidente.
Vladimir Putin todavía no ha aparecido, pero sí que está dando algunas señales. La propia aparición del ministro de Defensa, que es uno de los principales enemigos, seguramente el principal de Prigozhin, el jefe de Wagner, da un mensaje a todo el mundo de que no piensa destituirlo, al menos por el momento.
También sabemos que va a mantener conversaciones con el presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko, y esto es muy importante porque la suerte de Prigozhin depende, en buena medida, de esas conversaciones que mantengan porque según algunos medios rusos, los cargos contra Yevgueni Prigozhin, a pesar de lo que se ha dicho, no están retirados formalmente.