Una vez finalizado el partido, los jugadores fueron de a uno hasta la posición del árbitro del partido, el paraguayo Enrique Cáceres, para reclamarle por varias jugadas, como por ejemplo el segundo gol mexicano donde aparentemente Rafa Márquez se habría acomodado el balón con la mano. También alguno hasta se atrevió a preguntarle cuánto le habían pagado los mexicanos.