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Las bandas armadas que controlan la capital exigieron la dimisión del primer ministro Ariel Henry, y amenazaron con asaltar la sede del Gobierno. La última semana ha sido una de las más caóticas que se recuerde desde desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021
Una pesadilla en forma de noche con disturbios y tiroteos es lo que han vivido los haitianos en una espiral de violencia que se intensifica agrandando la crisis. El paÃs caribeño, en vilo ante el aumento de las presiones que exigen la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, que se encuentra en Puerto Rico.
Puerto PrÃncipe, la capital del paÃs, se convirtió la noche de este viernes en el escenario de un campo de batalla, con fuertes tiroteos que se intensificaron en las cercanÃas del Palacio Nacional, según reportes de medios locales. Los estruendos de las balas se extendieron por una amplia área del centro de la ciudad, que abarca desde Champ de Mars hasta Nazon, Lalue, Canape-Vert y Turgeau.
La confusión reinó en la zona durante varias horas, mientras se teme que las bandas armadas tengan como objetivo asaltar el Palacio Nacional, sede del Gobierno. Guy Philippe, quien ayudó a liderar un golpe de Estado en Haità en 2004 y regresó a la isla caribeña el año pasado tras cumplir una condena de prisión en Estados Unidos, exigió la dimisión del primer ministro del paÃs y dijo que querÃa convertirse en presidente. El aeropuerto de la capital también sufrió daños por los disparos, como se aprecia en algunas imágenes que circularon en redes sociales que muestran grandes orificios en sus muros.
La última semana ha sido una de las más caóticas que se recuerde desde desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. En pocos dÃas, se han producido la huida masiva de más de 3.000 presos de varias cárceles, ataques al principal aeropuerto del paÃs y enfrentamientos entre militares, policÃas y pandilleros
En 2004, Guy Philippe fue uno de los principales lÃderes del derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide. En 2006 fracasó en su intento de presentarse a las elecciones presidenciales, antes de ganar un escaño en el Senado en 2016.
Fue deportado de Estados Unidos a Haità en noviembre, tras cumplir seis años de condena por blanqueo de dinero procedente del narcotráfico.
El primer ministro es ahora blanco de presiones tanto internas como en el exterior para que impulse una transición que ayude a frenar la terrible crisis y la violencia sin freno que asfixia a los haitianos y ha desencadenado un flujo migratorio sin precedentes.