Cuando Alice Thompson se reincorporó a su trabajo como agente inmobiliaria en una agencia de Reino Unido pidió a su jefe una reducción de jornada para recoger a su hija de la guardería. Su solicitud no fue considerada ni concedida, acudió a los tribunales y ahora el juez le ha dado la razón parcialmente en sus reclamaciones indemnizándola con 216.977,71 euros, según recoge la BBC.
Lo que planteaba Thompson a su empresa era reducir su jornada de cinco días a cuatro y su horario en una hora para salir del trabajo a las cinco de la tarde en lugar de a las seis. Sin embargo, no se lo concedieron y, según ella, tampoco le hicieron una contraoferta que poder estudiar. “Hice una solicitud de trabajo flexible que no se consideró seriamente. Propuse lo que hubiera funcionado para mí. Si eso no funcionaba para la empresa, me hubiera encantado escuchar una contraoferta, lo que podría funcionar para ellos”, ha declarado a la cadena británica.
Sin embargo, no hubo opción a negociar y ella dejó su trabajo ante la imposibilidad de conciliar el mismo con su nueva faceta como madre. Además, decidió llevar a su antiguo empleador ante los tribunales para reclamar lo que consideraba que era un derecho que le habían arrebatado y, como ella misma ha declarado, porque no quería que su hija tenga que vivir una situación similar cuando se incorpore al mercado laboral.
El juez estudio su caso y sentenció que le correspondía la mencionada indemnización por la pérdida de ingresos, de contribuciones a la pensión y el daño a los sentimientos que esta situación le había generado. A la cuantía sumó también los intereses. En la sentencia se le da la razón a Thompson en el hecho de que no se consideró “apropiadamente” su solicitud de trabajo flexible, pero no en otros aspectos.
Así, no le dio la razón en sus quejas de discriminación por embarazo y maternidad y acoso. En este apartado de la sentencia, el juez recuerda a la demandante que el director de la agencia inmobiliaria Manors para la que trabajaba cambió un viaje a Nueva York de la plantilla de noviembre a agosto para que ella pudiera volar estando embarazada teniendo en cuenta que al final del periodo de gestación la recomendación médica es no volar.
Una vez allí no se unió a un viaje en barco con el resto y aunque el tribunal reconoce que pudo sentirse excluida, eso no se debió a “ninguna acción por parte del demandado”. En el viaje de vuelta le dijo a su jefe que se había sentido aislada y se echó a llorar diciendo días después que no deberá haber ido. “Podemos entender”, señala la sentencia, “que el señor Sellar pudo haber encontrado su respuesta ingrata cuando el viaje en grupo le había costado 25.000 libras”.
Sobre la demanda y la sentencia a su favor, Thompson ha señalado que el hecho de que algunas empresas no faciliten la jornada flexibles a las mujeres que lo solicitan puede hacer que se pierdan a algunas “fantásticas (…) porque son miopes y no quieren ser flexibles”.
Tras su victoria en los tribunales, ha reconocido que el proceso “tuvo un costo financiero enorme ... y obviamente existe el riesgo de que no recuperes ese dinero si pierdes, pero hay un panorama más amplio para tratar de hacer un pequeño cambio en el mundo para mejor”.
Insider señala en su crónica de lo ocurrido que la legislación laboral del Reino Unico contempla que los empleados con más de 26 semanas de trabajo tiene derecho a solicitar la jornada flexible. Los empleadores, por su parte, están obligados a contemplar la solicitud, pero eso no implica que deban aceptarla si consideran que es perjudicial para su empresa. Se señalan como ejemplo de causas razonables para no aceptar la petición el coste adicional de la misma o que accediendo a ella no se pueda atender a los clientes.