La banda, liderada por dos hermanos, generaba ventas semanales por 20 millones de colones.
Al grupo se le investigo durante meses, les seguían sus movimientos y hasta se conoció su forma de trabajar.
Como líderes del grupo estaban dos hermanos.
Ellos dirigían la organización en todos sus extremos hasta el punto de designar los puntos donde se distribuiría o vendían los estupefacientes.
Para la fiscalía, el caso es de gran significado ya que desmantelan a una organización muy grande que operaba en todo el cantón de Pérez Zeledón y Buenos Aires de Puntarenas.