En medio de la incertidumbre respecto a las consecuencias sociales, políticas y económicas que dejará la pandemia del coronavirus, muchos buscan entender cómo será el mundo luego de superada la crisis sanitaria.
Una de las miradas que ha llamado la atención este último tiempo, es la del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien tiene una visión crítica sobre el neoliberalismo y afirma que la pandemia dejó de manifiesto los males que la sociedad venía arrastrando hace años.
En un artículo publicado en El País, el filósofo indica que algunos de los efectos que ha tenido la pandemia en la población son la depresión, cansancio y una exagerada preocupación por la imagen.
“La depresión es un síntoma de la sociedad del cansancio. El sujeto forzado a rendir sufre de síndrome del desgaste profesional desde el momento en que siente que ya no puede más. Fracasa por culpa de las exigencias de rendimiento que se impone a sí mismo. La posibilidad de no poder más le lleva a hacerse autorreproches destructivos y a autoagredirse. El sujeto forzado a rendir pelea contra sí mismo y sucumbe por ello. En esta guerra librada contra sí mismo, la victoria se la lleva el desgaste laboral”, señala Chul Han.
“Durante la pandemia nos sentimos incluso más agotados que de costumbre. Hasta la inactividad a la que fuerza el confinamiento nos fatiga. No es la ociosidad, sino el cansancio, lo que impera en tiempos de pandemia”, agrega el filósofo.
Chul Han también se refiere a las videollamadas, herramienta que se ha masificado producto del confinamiento, lo que ha provocado que las personas presten “una atención exagerada a posibles defectos en su aspecto corporal”.
“El videonarcisismo tiene unos efectos secundarios absurdos: ha provocado un auge de las operaciones estéticas. Ver en la pantalla una imagen distorsionada o borrosa hace que las personas empiecen a dudar de su propio aspecto”, señala.
El autor de “La sociedad del cansancio”, agrega que cuando la pantalla tiene buena definición “percibimos de pronto arrugas, caída progresiva del cabello, manchas cutáneas, bolsas lagrimales u otras alteraciones cutáneas poco estéticas”.
“El espejo digital hace que la gente caiga en una dismorfia, es decir, que preste una atención exagerada a posibles defectos en su aspecto corporal”, agrega.
El hecho de no poder reunirse con sus seres queridos, ha tenido un efecto nocivo en las personas, ya que rompe con el “ritual” de reunirse, propio de los seres que viven en comunidad.
“El virus acelera la desaparición de los rituales y la erosión de la comunidad. Se eliminan incluso esos rituales que aún quedaban, como ir al fútbol o a un concierto, ir a comer a un restaurante, ir al teatro o al cine”, señala.
Chul Han agrega que “la distancia social destruye lo social. El otro se ha convertido en un potencial portador del virus con el que tengo que mantener la distancia”.
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