Todo parecía una vuelta a la normalidad. Los Duques de Sussex –Meghan Markle y Harry– alejados de la corona británica poco a poco iniciaban su camino en solitario em Los Ángeles, lejos del Reino Unido. Para su primera gran aparición pública tras la escandalosa renuncia a sus deberes reales eligieron como destino el World Trade Center en Nueva York. Todo transcurrió como lo esperado, por lo menos ante las cámaras.
“Meghan y Harry dejaban entrever sonrisas en el evento, pero por dentro no estaban bien”, le comentó un testigo al medio In Touch. La noche anterior la pareja habría discutido de manera acalorada por el bautismo de su segunda hija, Lilibet, de tres meses.
En su viaje a Nueva York, en el marco del Global Citizen, los duques se hospedaron en el elegante hotel Carlyle, que era el lugar favorito de la princesa Diana en aquella ciudad. En el reconocido bar del lobby se encontraron con una pareja amiga, la diseñadora Misha Nono, y su esposo. Según los testigos de esa velada, Meghan fue la que se mostró más activa, y al príncipe se lo vio más callado. Cuando dejaron el lugar, habría ocurrido la inesperada pelea entre ambos.
La segunda hija de la pareja esta a punto de cumplir cuatro meses, y es tiempo de bautizarla. Al parecer, la actriz deseaba que eso ocurriera en Londres, como lo hicieron con su primer hijo Archie, en una ceremonia privada que se realizó en el Castillo de Windsor y fue oficiada por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby.
“Lo que comenzó como una discusión terminó en una pelea acalorada donde hubo gritos”, aseguran los testigos. No solo eso, todo habría quedado registrado en un audio, ya que gran parte de lo transcurrido en el viaje será incluido en la docuseries para Netflix que está grabando la pareja. Todo estaba planeado para que Lilibet conozca a su bisabuela, la Reina Isabel II, y que en esa ocasión fuera bautizada en Londres. De hecho después de Nueva York, volarían hasta su casa de California para preparar lo necesario e ir hasta el Reino Unido.
Sin embargo, Harry cree que no sería una buena idea y decidió lo contrario. “Además de tener que lidiar con toda la publicidad que se le daría, Harry siente que tiene sentido darle a su familia más tiempo para calmar las cosas. Para ser honestos, él prefiere una ceremonia pequeña sin complicaciones para Lilibet en California”, dijo un allegado que conoce bien cómo fueron esos minutos de tensión entre ambos.
De acuerdo a las fuentes consultadas por In Touch, Meghan estaría “desesperada” por que Lilibet tenga el mismo bautismo que su hermano. “Ella quiere que tenga un título de princesa”, aseguran los confidentes. Al parecer, en la discusión se habría incluso filtrado un reproche: que Harry antepone a su familia real a la suya “incluso después de todo lo que le hicieron pasar a ella”, por Meghan.
“Harry y Meghan no se hablaron en privado durante 24 horas”, sentenció la fuente.
Las partes, alejadas
En lo que fue interpretado como un gesto de intento de reconciliación, según Mirror y Daily Mail, Harry habría hecho llegar a Isabel II la oferta de que la familia Sussex viaje a Inglaterra para que, al menos, se produzca el encuentro y la Reina conozca a su nueva nieta. Sin embargo, eso no habría ocurrido.
La idea parece más un deseo que una firme realidad. Las fuentes de Buckingham afirmaban que incluso se estaban planteando no invitar a la pareja por Navidad. Luego de la explosiva entrevista que dieron a los medios donde hicieron graves acusaciones de racismo por parte de la corona, la familia no sería bienvenida. Desde el Palacio han filtrado a los tabloides que la posible oferta de Harry es casi un insulto.
Frente a esta respuesta, el nieto de la Reina habría decidido dar marcha atrás, lo que habría originado la fuerte discusión con su esposa. Este significativo hecho parece ser una página más de los muchos capítulos de tensiones entre los Sussex y su familia británica, que ahora afectan hasta la relación de los Duques.