Una mujer cargaba combustible en una gasolinera en Malasia, cuando vio que las llamas comenzaron a cubrir su vehículo, en el cual se encontraba su hijo.
La mujer no podía contener su desesperación. Corría de un lado a otro viendo cómo podía sacar a su hijo de siete años del auto, pero las llamas se lo impedían.
El incendio se produjo porque el niño había estado jugando con un encendedor. Podría haber sido una verdadera catástrofe, porque en cuestión de segundos el fuego podía alcanzar las bombas de la gasolinera y estallar. Por suerte no fue lo que ocurrió.
Los empleados fueron a buscar matafuegos y extinguieron las llamas rápidamente. El niño sobrevivió, pero debió ser internado por las quemaduras leves con las que terminó.