No hay crimen perfecto. Si bien el ingreso al hospital Tony Facio de LimĂłn, para los cinco sospechosos de asesinato, fue cosa sencilla, pues vulneraron una malla para abordar las instalaciones, la salida resultĂł una pesadilla cuando se vieron rodeados de policĂas al intentar huir por las alcantarillas como si fuesen unos roedores.
Tras dar muerte a Guillermo Duarte AvilĂ©s con un disparo en la cabeza, mientras este permanecĂa recostado, convaleciente, sus verdugos se sintieron impunes sin presagiar que justo en ese momento agentes de la Fuerza PĂşblica realizaban un patrullaje de rutina en la zona.