Nancy Mestre tenía un prometedor futuro por delante. A sus 18 años, acababa de aprobar su examen de inglés y se iba a mudar de su natal Colombia a Estados Unidos para cumplir su sueño de convertirse en una diplomática. Sin embargo, todo cambiaría durante las primeras horas del año 1994, cuando, sin imaginarlo, se despidió por última vez de sus padres para partir junto con Jaime Saade, su feminicida.
Casi tres décadas después y a sus ahora 80 años, Martín Mestre no descansa para conseguir esa justicia que parece les ha sido esquiva.
El último adiós
A la 1.00 a. m., Nancy salió junto con su pareja, a quien los progenitores de la mujer le pidieron que la regresara en dos horas y que cuidara de ella. Pero, al despertar por la mañana, el instinto de padre de Martín le dijo que algo andaba mal.
Y no se equivocó, ya que al llegar a la casa de la familia de Saade encontró a la madre de este limpiando lo que parecían ser manchas de sangre. Al pedir explicaciones, la mujer no pudo brindarle una respuesta clara, y solo atinó a decir que su hija tuvo un accidente y había sido trasladada a la Clínica del Caribe.
Cuando llegó al centro médico, el mundo de Martín se vino abajo. Las enfermeras le comunicaron que su hija venía siendo operada por una herida en la cabeza y que su vida pendía de un hilo.
Tras varios días de angustia, Nancy Mestre falleció el 9 de enero de 1994 en compañía de sus padres y su hermano. “Vimos que el corazón le palpitaba muy lento. Comenzamos a sobarle las manitos y a cantarle canciones de cuna. Nosotros la ayudamos a morir y a entregársela a Dios. Solo pensábamos: ‘¡Dios mío, recíbela!’”, señaló Martín Mestre al medio El Tiempo.
Por las pistas del feminicida
Rápidamente, el dolor por la muerte de Nancy se convirtió en necesidad de justicia para su familia, que perdió por completo el rastro de Jaime Saade.
Con la denuncia interpuesta, importantes datos empezaron a salir a la luz. El presunto asesino, que en realidad tenía 10 años más que Nancy, huyó de Colombia tras la muerte de la mujer, en cuyo cuerpo se encontraron rastros de pólvora y signos de violencia.
En paralelo, Martín Mestre inició su propia investigación. Con tan solo una fotografía empezó a realizar varios retratos a mano sobre cómo podría lucir Saade. “Las enviamos a todos lados para que lo detuvieran. Ahí comenzó el viacrucis de mi vida, combinando parte de mi trabajo con la búsqueda del asesino, hacer lo imposible y estar pendiente con todas las autoridades, buscar que el caso no se olvide”, recordó el padre de Nancy.
Aunque en 1996 un tribunal colombiano condenó a Jaime Saade a 27 años de prisión por asesinato y violación, Mestre tuvo que estar detrás de las autoridades para recordarles que era necesario dar con su paradero.
Las propias indagaciones de este padre revelaron que el asesino de su hija tenía un hermano en Brasil, país al que huyó y en el que cambió su nombre a Henrique Dos Santos, médico que trabajaba en Belo Horizonte.
De inmediato se le detuvo, pero solo por el delito de identificación falsa. Por ello, en 2019 Colombia pidió su extradición; sin embargo, en 2020, el Supremo Tribunal Federal de Brasil no pudo decidir por mayoría, lo cual generó que Saade no se enviara de regreso al país.
Aunque en el último 31 de marzo, en una decisión sin precedentes, el Tribunal aceptó volver a revisar la solicitud, cada día que pasa y no se atiende este caso se corre el riesgo de perder la extradición, puesto que en junio de 2023 prescribirá la condena y así Saade podría quedar en libertad.
Ahora, lo único que espera Martín Mestre es que la vida aún le dé fuerzas para lograr presenciar el efecto de la justicia que su hija se merece.