Las bacterias en el intestino de una persona que son responsables de descomponer los alimentos y realizar otras tareas pueden afectar su personalidad, encuentra un nuevo estudio.
Investigadores de la Universidad de Clarkson en Potsdam, Nueva York, descubrieron que el microbioma intestinal pueden influir en los niveles de energía, la fatiga y la personalidad cotidiana de una persona. El equipo encontró que ciertas bacterias distintas estaban fuertemente asociadas con uno de los cuatro rasgos de personalidad definidos que una persona podría tener.
Al igual que la personalidad de una persona, el microbioma intestinal a menudo no cambia, pero tomar antibióticos u otro medicamento que pueda alterar las bacterias del cuerpo puede cambiar el comportamiento de una persona como resultado.
“Estos nuevos hallazgos respaldan mi trabajo anterior en el que informamos que la sensación de energía está asociada con los procesos metabólicos, mientras que la sensación de fatiga está asociada con los procesos inflamatorios”, aseguró en un comunicado el doctor Ali Boolani, investigador principal y profesor de fisioterapia en Clarkson. Y añadió: “Dado que todavía estamos aprendiendo sobre el microbioma intestinal, no sabemos si si tratamos de cambiar nuestro rasgo de personalidad, podríamos ver un cambio en el microbioma intestinal; o si tratamos de cambiar nuestro microbioma intestinal, también podríamos cambiar nuestro rasgo de personalidad”.
Los investigadores, que publicaron sus hallazgos a principios de este año en la revista Nutrients, recopilaron datos de 20 participantes para el estudio. Cada uno de ellos había participado previamente en estudios sobre la salud del microbioma dirigidos por el doctor Boolani, y todos fueron evaluados para asegurarse de que no hubieran usado recientemente un medicamento que pudiera afectar su microbioma.
Usando muestras de heces, los investigadores analizaron los niveles de diferentes bacterias en cada uno de los participantes. También fueron encuestados sobre cuatro rasgos que Boolani cree que son la base de la energía mental, la fatiga mental, la energía física y la fatiga física de la personalidad de una persona.
Los investigadores encontraron una fuerte correlación entre ciertos rasgos y ciertas bacterias que se encuentran en el microbioma de cada persona. Si bien el tamaño de la muestra del estudio es relativamente pequeño, Boolani sostuvo que estos hallazgos puedan ser un trampolín para futuras investigaciones sobre cómo el estado de ánimo de una persona puede verse afectado por su intestino.
“Esperamos que el gran estudio nos brinde respuestas más definitivas y, a partir de ahí, podamos ver si estos hallazgos pueden ayudar a explicar las diferencias interpersonales en las intervenciones nutricionales destinadas a modificar los sentimientos de energía y fatiga”, remarcó el especialista. “Sin embargo -continuó-, este estudio exploratorio inicial nos guía en términos de si debemos seguir esta línea de investigación para examinar la asociación entre la microbiota intestinal y estos cuatro rasgos de personalidad”.
Si bien un vínculo entre la salud intestinal y la personalidad puede parecer extraño a primera vista, no es un concepto completamente nuevo. Los procesos internos del cuerpo de una persona pueden fatigarla o llenarla de energía. Los niveles de energía y fatiga pueden afectar la forma en que una persona reacciona a los estímulos del exterior, lo que puede formar la base de una personalidad.
Ya en Hipócrates en el año 400 a. C., los humanos sabían que había algún vínculo entre los procesos internos del cuerpo y las manifestaciones externas de la personalidad. En 2016, investigadores de la Universidad Johns Hopkins descubrieron que los tratamientos con antibióticos podrían alterar el microbioma intestinal de una persona y, como resultado, dañar a las personas que padecen trastornos psiquiátricos.
“Se necesita más investigación, pero la nuestra sugiere que, si podemos prevenir infecciones y minimizar el tratamiento con antibióticos en personas con enfermedades mentales, entonces podríamos prevenir la aparición de episodios maníacos”, aseguró el doctor Robert Yolken, experto en neurovirología en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore.
Cómo el microbioma intestinal puede aumentar el riesgo de COVID prolongado
El síndrome post agudo de COVID-19, que los especialistas dieron en llamar COVID persistente, long COVID o COVID prolongado se caracteriza por complicaciones y/o síntomas persistentes semanas y meses después de la infección inicial por COVID-19. Es relativamente frecuente, ya que hasta tres de cada cuatro personas declaran al menos un síntoma seis meses después de la recuperación de la infección por COVID-19. La fatiga, la debilidad muscular y el insomnio están entre las manifestaciones más frecuentes.
Ahora, una investigación publicada en la revista Gut, de la Sociedad Británica de Gastroenterología, fue más allá de lo que se observa en los pacientes e intentó ahondar en las causas o predisposición que podría llevar a que una persona desarrolle esta sintomatología luego de superar la infección. Y sugirió que la composición del microbioma intestinal puede estar relacionada con el riesgo de desarrollar COVID persistente en algunos pacientes.
Se sabe que el intestino juega un papel importante en la inmunidad, y que la respuesta inmune podría verse alterada por los billones de bacterias, hongos y microbios que habitan el tracto digestivo, lo cual podría afectar al proceso de recuperación. En definitiva, la nueva investigación sugiere que los pacientes con un microbioma intestinal pobre, podrían tener más riesgo de sufrir COVID persistente.
“En resumen, la composición alterada del microbioma intestinal está fuertemente asociada con síntomas persistentes en pacientes con COVID-19 hasta seis meses después de la eliminación del virus del SARS-CoV-2 -concluyeron los expertos-. Teniendo en cuenta los millones de personas infectadas durante la pandemia en curso, nuestros hallazgos son un fuerte impulso para considerar la modulación de la microbiota para facilitar la recuperación y reducir el impacto COVID persistente”.