El actor y activista ambiental pide remediar la afectación ecológica que el crudo causó en la Amazonía peruana
Leonardo DiCaprio se sumó a las voces que se han pronunciado sobre el desastre ecológico en la Costa peruana. El artista estadounidense lamentó el desastre ecológico suscitado en el mar de Ventanilla en una publicación de 37 segundos. En Instagram, se refirió al derrame de 6.000 barriles de crudo de la refinería La Pampilla, a cargo de Repsol.
“Las imágenes de un dron mostraron lodo negro que cubría la playa dorada de Perú luego del derrame de petróleo causado por la erupción volcánica de Tonga el 16 de enero. El lodo de un barco de descarga sacudido por olas inusualmente altas contaminó al menos 1.2 millas a lo largo de la costa y dos playas”, publicó el estadounidense.
El posteo del artista acumuló cerca de 150,000 visualizaciones en una hora e innumerables comentarios de sus seguidores.
Forjar una relación más armoniosa entre la humanidad y la naturaleza
DiCaprio es una de las celebridades más activas en el movimiento climático. Ha trabajado abiertamente en defensa del medio ambiente durante gran parte de su carrera. En 1998, con 24 años, creó una fundación con la misión de proteger los últimos lugares silvestres de la Tierra.
La Fundación Leonardo DiCaprio respalda más de 35 proyectos en todo el mundo. Entre ellos, algunos de conservación protegen ecosistemas frágiles y especies clave. Mediante campañas públicas busca que la protección de la biodiversidad reciba mayor atención y fondos para afrontarla.
En 2021 el activista donó $43 millones para la restauración ecológica de las Galápagos y anunció el lanzamiento de Re:wild. Se trata de una organización que busca proteger la vida silvestre y restaurar la biodiversidad. La fundó junto a un grupo de científicos de la conservación.
El pasado 15 de enero se reportó un derrame de 6.000 barriles de petróleo de la refinería La Pampilla. La afectación ha llegado hasta Ancón y Chancay, donde se registra un impacto negativo en la flora y fauna marina. El hecho fue considerado por el Gobierno peruano como “el peor desastre ecológico” de los últimos tiempos en el país.