En Australia dos pirómanos en su intento por destruir un salón de belleza recibieron una dosis de su propia medicina.
Casi terminan envueltos en las mismas llamas. Uno de los implicados recibió quemaduras de primer y segundo grado.
Un delincuente fue detenido en un centro médico.
La idea de los sujetos era rociar con gasolina toda la estructura, pero la falta de cuidado generó daños en sus cuerpos.
Todavía se busca a uno de los sospechosos.