Wittier es una localidad de Alaska, donde la mayorĆa del tiempo la temperatura no supera los -20 grados. Sin embargo, esta no es la mayor peculiaridad del pueblo. Lo mĆ”s curioso de este lugar, es que tiene un solo edificio en donde alberga a todos los habitantes de la ciudad.
En este frĆo poblado viven 214 habitantes, todos los cuales conviven en un mismo gran edificio compuesto de tres mĆ³dulos, cada uno de ellos de 14 plantas de alto.
Los orĆgenes de este peculiar pueblo se remontan a la II Guerra Mundial. Hasta 1943, en el lugar donde hoy se encuentra el pueblo (o el edificio) no habĆa nada salvo naturaleza frĆa. Aquel aƱo, el ejĆ©rcito de Estados Unidos construyĆ³ Camp Sullivan, una base militar enlazada desde un puerto por vĆa fĆ©rrea con Anchorage. La idea era que en su conexiĆ³n sirvieran como punto de entrada para los miembros de las fuerzas armadas desplazados a Alaska.
Con ese escenario, las Torres Begich fueron construidas en 1953, aunque sin nombre entonces, a orillas de la BahĆa del PrĆncipe Guillermo (Prince William Sound) para alojar a las familias de los militares. Fue en 1972 cuando se las pasĆ³ a denominar como se conocen en la actualidad, en memoria de un congresista alaskeƱo fallecido en un accidente aĆ©reo, consigna El Confidencial.
Camp Sullivan estuvo activa como base hasta los aƱos 60, cuando las instalaciones militares fueron transferidas a la AdministraciĆ³n civil. Pero, pese a su cierre como zona militar, Whittier no echĆ³ la llave, allĆ se establecieron varias familias lugareƱas, especialmente en invierno, conformĆ”ndolo como municipio independiente o simplemente un refugio.
En la actualidad, de los 214 habitantes unos 180 residen en el interior de las torres. Es decir, hasta el 75% de los habitantes comparten paredes. Si bien es cierto que unos pocos viven en un edificio de dos plantas adyacente, dentro del original estĆ” todo o casi todo lo que hace falta para el dĆa a dĆa: una comisarĆa y una oficina de correos en la primera planta, las oficinas municipales en la segunda planta, escuela, centro de salud, parque o algo que se le parezca, tiendas, supermercados, una iglesia y hasta un restaurante. Asimismo, la gran torre tiene salas para exhibiciones y una piscina cubierta para que los residentes y visitantes puedan disfrutar.
Muchos de los habitantes trabajan para el propio pueblo, lo que quiere decir que tampoco requieren de desplazamientos continuos. El trabajo se divide entre el puerto, en el mantenimiento de las calles o en el mantenimiento del tĆŗnel de mĆ”s de dos kilĆ³metros por el que se accede atravesando las montaƱas que lo bordean. Tras el tĆŗnel, hay que cruzar un puente que, curiosamente, cuenta con un solo carril, por lo que la circulaciĆ³n en Ć©l va por turnos, y para asegurar esto son necesarios varios trabajadores. Por la noche, el tĆŗnel se cierra a partir de las 22:30 horas y no se vuelve a abrir al trĆ”fico hasta el amanecer.
TambiĆ©n por su proximidad al mar, la industria pesquera tiene un valor importante, existiendo en la zona una fĆ”brica de conservas donde no solo trabajan habitantes de Whittier, sino tambiĆ©n muchas mĆ”s personas que por temporadas amplĆan el vecindario. TambiĆ©n el turismo, desde hace aƱos, se ha convertido en un agente econĆ³mico. Antes de la pandemia, la gente empezĆ³ a visitarlo ante la curiosidad de la vida “encerrada” que allĆ se llevaba a cabo, y aunque tal vez ahora esa forma de vida ya todos la conocemos, la curiosidad sigue siendo el prenombre de este lugar, porque mientras en otras partes del mundo se ha forzado la vuelta a las calles, en Whittier la vida sigue en el interior.
Foto: Wikimedia.