En medio de las intensas acciones de deportación iniciadas por la administración Trump en diversas ciudades de Estados Unidos, varias comunidades religiosas están tomando medidas para proteger a migrantes indocumentados.
Párrocos de diferentes diócesis están organizando estrategias para convertir sus iglesias en espacios seguros y refugio para familias que podrían ser afectadas por las redadas migratorias.
Las iglesias, históricamente lugares de santuario y protección, están activando protocolos para brindar apoyo legal, albergue y asistencia a migrantes que enfrentan el riesgo de ser deportados.
Esta respuesta surge como una acción de solidaridad y defensa de los derechos humanos frente a las políticas migratorias más agresivas de la administración.
Los líderes religiosos argumentan que su labor es proteger a familias vulnerables, independientemente de su estatus migratorio, siguiendo principios humanitarios que consideran fundamentales para su misión social y espiritual.