Aiden Yielding tiene 14 años y desde comienzos de 2020 tiene que visitar cada semana el Cook Hospital para niños de Fort Worth, en el estado de Texas, Estados Unidos. El adolescente sufre leucemia y está recibiendo un tratamiento de quimioterapia muy agresivo que lo obliga a acudir una vez a la semana al recinto de salud para someterse a una sesión.
La pandemia ha obligado a cambiar las normas sobre acompañantes en el hospital y, desde mayo, solo se permite que una persona acompañe a cada paciente. Por eso, cada martes Aiden y su madre suben al hospital a que el niño reciba su dosis de quimioterapia, mientras su padre Chuck lo espera fuera del centro.
Chuck Yielding espera a saber el lugar al que llevan cada semana a su hijo y se coloca justo enfrente de su ventana. Después, él se encarga de hacer que la espera sea más llevadera y lo hace bailando para el niño al mismo tiempo que hablan por teléfono. Incluso el propio Aiden se atreve a bailar con su padre mientras espera a recibir la quimioterapia, publica la revista People.
Chuck reconoce que “las restricciones durante la pandemia me hicieron sentir impotente. Y la única forma que se me ocurrió para sobrellevar la situación era estar presente de alguna manera durante sus tratamientos. Cuando fue capaz de llegar a la ventana, me pareció natural saludar y seguir adelante… ¡pero terminé bailando! Me encanta saber que le hace reír y quiero hacerle saber que su lucha es mi lucha”. Nunca quisiera que él pensara que está pasando por esto sin su papá”.
Los Yielding son una familia muy unida que tiene dos hijos, Aiden y su hermano Camdem. El adolescente no puede tener a las tres personas más especiales de su vida al lado durante estos duros momentos que está pasando, pero los bailes de su padre están consiguiendo que sus visitas al hospital sean mucho más llevaderas, incluso también para otros pacientes que se divierten viendo a Chuck desde sus ventanas.
Lori, la madre del pequeño, reconoce que lo están pasando mal, pero gracias a la idea de su marido se está haciendo mucho más llevadero: “Me encanta escuchar las risitas de Aiden y verlo reír a carcajadas con los movimientos de baile de Chuck. Puede estar teniendo un día terrible, lo que también se transfiere hacia nosotros algunas veces, pero es instantáneamente mejor una vez que ve a su padre mover su trasero. La sonrisa de Aiden es contagiosa y puede iluminar una habitación, incluso aunque esté detrás de su mascarilla”, cerró la mamá.