El tomate, uno de los productos más comunes en la dieta costarricense, enfrenta un aumento de hasta un 50% en su precio, oscilando entre los 3,000 y 5,000 colones por kilo.
La situación ha llevado a muchos ciudadanos a replantear sus opciones alimenticias, reduciendo el consumo de este ingrediente o eliminándolo por completo de sus mesas.
Expertos en economía y alimentación recomiendan optar por la compra de tomates en ferias del agricultor en lugar de mercados, donde los precios suelen ser más elevados. Estas ferias ofrecen una alternativa más accesible para quienes buscan mantener este producto en su dieta.
Conversamos con varios consumidores, y la preocupación es evidente. Muchos mencionaron que comprar tomates se ha convertido en un lujo, comparándolo con el precio de la carne o el pollo, que en algunos casos resulta ser una opción más económica.
La situación impulsa a las familias a buscar alternativas alimenticias y variar la dieta, integrando productos locales de temporada o explorando nuevas recetas que no dependan del tomate como ingrediente principal.
En comparación a otros países de Centroamérica Costa Rica es donde se tiene el precio más alto, Guatemala el país más barato con 865₡ y lo sigue El Salvador 1.685₡ en kilo.
Este cambio, aunque desafiante, también podría fomentar una mayor creatividad en la cocina y un consumo más consciente de los recursos disponibles.