En la Casa Imperial de Japón cada paso que dan los miembros de la familia real es medido al milímetro y estudiado con lupa según sus tradiciones milenarias.
Sin embargo y a pesar del encorsetado sistema monárquico de su familia, la princesa Mako lleva años intentando casarse con su compañero de universidad, Kei Komuro, con el cual se comprometió en el año 2017 contra el agrado de sus familiares.
Mako y Kei se iban a casar en 2018 y tuvieron que emitir un comunicado auto inculpándose del aplazamiento de su boda por’ falta de preparación de la pareja’ pero lo cierto es que la casa imperial nipona suspendió el enlace y anunció, ya por aquel entonces, que mínimo hasta 2020, no habría unión matrimonial entre ellos.
De hecho, todo se paró en seco a raíz de una polémica que aireó el exnovio de la madre de Komuro, que hizo público que ella debía casi 37.000€ y, para la familia imperial, dejar que su princesa se casase con una familia ‘en deuda’ era una deshonra.
Esto también afectó al pueblo y creó mala prensa contra el joven Kei pero, a pesar del escándalo, Mako siguió perdidamente enamorada de él y lo sigue demostrando al luchar por su romance tres años después de aquello.
Ahora, en 2021, la princesa Mako va a cumplir su sueño de convertirse en esposa de un plebeyo aún a sabiendas que eso significa renunciar a su título de princesa y a todos sus derechos (y deberes) como miembro dela familia imperial.
Esta arcaica ley sigue vigente y Mako está dispuesta a acatarla con tal de vivir su historia de amor en matrimonio. Eso sí, cabe destacar que, como muchas leyes clásicas, es algo machista ya que solo obliga a las mujeres a renunciar a sus títulos mientras que a los hombres, dicha ordenanza no les afecta.
Mako no iba a ascender de todos modos al Trono del Crisantemo ya que es, de nuevo, una opción solo al alcance de los varones de la familia. Los tres hombres de dicha dinastía ya lo tienen más que estudiado. Naruhito es sucesor de Akihito y le siguen su padre y su hermano menor.
El antiguo emperador Akihito fue, precisamente, quien le dio el beneplácito a la joven de sangre real para que pudiera renunciar a su legado familiar a nivel institucional y disfrutara de su relación sentimental con el plebeyo.
Este año es el ideal para esta boda dado que Mako ha madurado, ha demostrado con creces que lo suyo con Komuro es serio y estable y, además, él ha regresado a Japón tras haber estudiado en Estados Unidos la carrera de Derecho.
De hecho, cuando marchó en plena polémica por la deuda (hoy saldada) de su madre, el pueblo nipón le tachó de cobarde y se dijo que era el fin de su relación con Mako pero, afortunadamente, ellos se mantuvieron firmes y ahora Kei ha vuelto con la formación necesaria para obtener un buen trabajo y poder aportar dinero a la pareja, dado que Mako no contará con ninguna subvención especial al abandonar la familia real.
Ella misma así lo ha decidido y es que cuando una princesa renuncia a su cargo por amor, el Gobierno la compensa con 1,15 millones de euros para asegurarle un alto nivel de vida aún fuera de la Casa Imperial.
Mako, rebelde una vez más, ha renunciado a este dote que le podría solucionar la vida y planea vivir en un piso junto a su amado y, además, fuera de Japón, en los Estados Unidos donde va a ejercer de abogada con él. La pareja no quiere una boda pomposa ni tradicional y es que está claro que a ellos no les van los grandes lujos sino más bien los pequeños detalles cuidados que genera el amor que se procesan y, desde luego, han demostrado que su amor es auténtico.