La isla española de La Palma se prepara para más días de erupción del volcán de la Cumbre Vieja, pues, según los expertos, los datos de sismicidad, geoquímica y deformación apuntan a que el fin no está cercano.
La buena noticia es que no hay nuevos centros de emisión, aunque sí una fisura con emisión de gases y elevada temperatura en el suelo, que de momento no tiene mayor importancia, pues está en el entorno del cono activo (a unos cien metros al noreste) y no presenta carácter eruptivo, informó el Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España.
Ahora las miradas están puestas en los vientos porque, si bien la calidad del aire en la isla ha mejorado respecto a días anteriores gracias a la entrada de alisios, la predicción meteorológica apunta a que mañana los vientos girarán la columna de ceniza y gases del “penacho” hacia la vertiente noreste de la isla, lo que podría afectar a la operatividad del aeropuerto de La Palma.
Por ahora, el “penacho” marino de vapor de agua y ácido clorhídrico que se produce por el contacto de la lava con el mar se mantiene en una zona reducida cercana al delta.
También se mantiene una vigilancia permanente sobre el camino que sigue la lava hacia el mar ante la posibilidad de que se ensanche o haya nuevos avances, aunque los expertos del Pevolca creen que lo más probable a corto plazo es que el magma, bastante fluido, se siga evacuando hacia el océano por encima del camino ya marcado por la colada primigenia.PUBLICIDAD
Por el momento, las últimas mediciones apuntan a 420 hectáreas (6,74 más que la víspera), en un perímetro de 36,24 kilómetros y una anchura máxima de 1.250 metros.
El delta de lava que se ha adentrado en el mar ocupa por ahora una superficie de más de 36 hectáreas y ha avanzado 540 metros desde la línea de la costa.
Por su parte, la sismicidad es creciente en cuanto a número de episodios y magnitud y también ha sido más sentida por la población: en concreto, el IGN ha localizado en las últimas veinticuatro horas 75 terremotos en la zona sur de La Palma, 17 de los cuales han sido sentidos por la población, y de ellos dos han alcanzado una magnitud de 3,7.
No obstante, por término medio la profundidad de los seísmos se mantiene entre los 10-15 kilómetros.
En cuanto a las emisiones diarias de dióxido de azufre estaban el lunes en 1.200 toneladas, con un acumulado de 250.000 toneladas desde que comenzó la erupción el 19 de septiembre pasado, y el volumen de magma expulsado podría situarse en los 45 millones de metros cúbicos.