El coronavirus le provocó una infección en el pecho que derivó en una sepsis por la que acabó perdiendo los brazos y las piernas, pero a pesar de este dramático desenlace Caroline Coster intenta disfrutar de la vida tal y como hacía antes de enfermar de Covid. Las limitaciones físicas no han impedido a esta maestra británica de 58 años llevar una vida normal, embarcarse en numerosos proyectos ni enfrentarse a todo tipo de retos.
Ahora, está centrada en registrar a su perro Duke como animal de terapia para poder llevarlo a los hospitales y a las escuelas para ayudar a aquellas personas que hayan pasado por una situación dramática como la suya. “Quiero ayudar a otras personas con amputaciones. No solo porque Duke es muy relajante para acariciar, sino para mostrarle a la gente que su vida no se acaba si se pierde una extremidad”, ha explicado recientemente Caroline al Bedfordindependent.
Pero además, la mujer hace kayak con una asociación para discapacitados, sale a caminar todos los días gracias a una prótesis e, incluso, escribe por sí misma con el bolígrafo agarrado a una muñequera deportiva. Pero a lo que destina la mayor parte de su tiempo es a coser: “La costura es mi pasatiempo y, aunque se necesita mucha paciencia, puedo hacerlo”.
Aunque parezca imposible, Caroline Coster teje bolsos con pantalones vaqueros viejos para recaudar dinero para una ONG que construye escuelas en Kenia, ‘Make a Difference Schools – Mombasa’. Por otro lado, también trata de hacer frente a los negacionistas de la Covid explicando su historia y mostrando las secuelas que le ha dejado la enfermedad.
Esta maestra contrajo el coronavirus el pasado mes de marzo y tardó dos semanas en recuperarse. Pero a la tercera semana desarrolló una infección en el pecho que derivó en una neumonía viral y posteriormente en una sepsis, una afección potencialmente mortal que surge cuando la respuesta del cuerpo a una infección daña los tejidos y órganos propios.
Estuvo en coma durante un mes, sufrió insuficiencia renal y estuvo a punto de fallecer hasta en dos ocasiones, tal y como explica ella misma en su cuenta de Facebook. Pero logró recuperarse. Eso sí con unas secuelas irreversibles ya que cuando despertó del coma sus brazos y sus piernas estaban en muy mal estado y tuvieron que amputárselas.
Coster ha coseguido salir adelante gracias a una actitud positiva y al entusiasmo que sigue manteniendo por la vida a pesar de sus limitaciones físicas. Una lección de vida que muchos deberían tener en cuenta.