A pesar de haber salido ileso de bucear con unos tiburones, la vida le enseñó a Adam Knight que, a veces, lo que parece más inofensivo puede sorprenderte negativamente.
El verano del año pasado, Knight viajó a la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal para atreverse a nadar con tiburones de punta negra y lo logró sin sufrir ningún tipo de percance.
Sin embargo, en el último día de la visita, el joven se fijó en una ampolla en uno de sus dedos del pie izquierdo, relacionándolo con las aletas que había utilizado en la acuática actividad.
Según el diario Daily Mail, el hombre manifestó sudores fríos y cansancio durante su vuelo de regreso a Reino Unido y al siguiente día notó tanto su tobillo como su dedo hinchados.
Entonces fue al hospital “temblando de fiebre” y con su dedo “deshecho” obteniendo el resultado de que había sido envenenado por una araña sin darse cuenta y había que drenar el líquido acumulado en el interior.
La historia no se quedó ahí, puesto que si su cuerpo rechazaba el tratamiento habría que amputarlo. Finalmente, le dieron el alta sin necesidad de quitarle ningún dedo, aunque tenía que recibir antibióticos durante tres semanas.
Una semana después, tuvo que ser ingresado de nuevo por la picadura de un mosquito: “Me dijeron que lo que fuera que me hubiese mordido en Sudáfrica, había dañado mi sistema inmunológico. Todavía me estaba recuperando, así que no pude combatir la infección adecuadamente”.
En conclusión, el británico no daba crédito a que algo tan pequeño como una araña le hubiese causado tanto dolor tras haberse enfrentado al reto de nadar con tiburones.
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