Revivir Antioquia, una ciudad muerta. Los habitantes se han ido, las calles están vacías y sólo quedan edificios destruidos y excavadoras.
Y hay soldados en cada esquina, vigilando las idas y venidas de la gente.
“¿Quieres pasar, es eso? Primero tengo que preguntar a mi comandante, no tengo más remedio, luego puedes entrar, pero sólo si tienes autorización”, dice uno de ellos.
“Hay muertos en los edificios, pero ya no los buscan”
En medio de las ruinas, algunos habitantes se han quedado.
Algunos por miedo a los saqueos, otros porque no podían pagar la gasolina para marcharse.
En casa de Mert, ocho personas viven en una pequeña tienda en el jardín. “Por supuesto, hay gente que ha huido, los que son ricos. P
udieron irse a Antalya, Esmirna o Ankara. Incluso se han comprado una casa allí. Pero nosotros no tenemos dinero, así que estamos aquí atrapados”, se lamenta.
Para ayudar a estas pocas familias, los voluntarios se han instalado entre dos edificios destruidos.
Tulug llegó al día siguiente del terremoto. Lamenta que el gobierno esté más preocupado por la demolición de la ciudad que por el realojamiento de sus habitantes: “El gobierno se apresura a olvidar la vida.
Creen que este lugar es una gran obra. No enviaron los equipos de búsqueda, pero sí las máquinas de demolición. Hay muertos en los edificios, pero ya no los buscan”.
Según Serpil Kemalbyan, diputado del partido de oposición prokurdo HDP, los residentes lamentan la falta de transparencia sobre la reconstrucción.
“Tienen miedo, porque quizá el gobierno tome decisiones contra ellos”, afirma.
“Por ejemplo, destruir su edificio u obligarles a trasladarse a pueblos lejanos. Quieren conservar su casa, su cultura, sus vecinos. No quieren cambiar su vida por completo”.
Según la Presidencia turca, al menos 2 millones de personas han abandonado por su cuenta las zonas afectadas en las últimas tres semanas. Alrededor de 1,5 millones se han quedado sin hogar, la mayoría permanece en tiendas de campaña.