martes 09 de noviembre 2021

Encuesta revela altos niveles de acoso a científicos expertos en Covid: “Los antivacunas me dijeron que me cortarían en pedazos”

Alrededor del 15% de los encuestados dijo haber sido amenazado de muerte, el 22% había recibido amenazas de violencia física o sexual y un 59% ataques a su credibilidad.

Amenazas de muerte, acoso en las redes sociales y campañas de descrédito son algunas de las consecuencias que, según un estudio reciente, han sufrido los científicos que se han convertido en portavoces de la pandemia y que se animan a difundir sus conocimientos sobre el Covid-19.

Con el objetivo de analizar hasta qué punto los profesionales han estado sometidos a estos ataques, la revista Nature realizó una encuesta a más de 300 científicos que han concedido entrevistas sobre el coronavirus a los medios de comunicación o hablado del tema en sus redes sociales. Los resultados constataron que, en efecto, existe “una amplia experiencia de acoso o abuso”.

Alrededor del 15% de los encuestados dijo haber sido amenazado de muerte, el 22% había recibido amenazas de violencia física o sexual y un 59% ataques a su credibilidad. Algunos incluso aseguraron que su jefe había recibido quejas sobre ellos o que la dirección de su domicilio había sido difundida en Internet; y seis de ellos contaron que fueron agredidos físicamente.

El fenómeno, explicaron los científicos a la revista, no es nuevo. Hay otros asuntos, como el cambio climático o la vacunación de otras enfermedades, que suscitan también este tipo de ataques. No obstante, los expertos reconocieron que el acoso por temas relacionados con el Covid-19 ha agravado la situación.

“Me dijeron que me cortarían en pedazos”

A Salvador Macip, investigador en la Universidad de Leicester (Reino Unido) y divulgador científico, le amenazaron por hablar de la vacuna contra la covid-19. “Fui uno de los primeros en hablar de vacunar a niños, y eso atrajo la atención de una serie de antivacunas que organizaron una campaña de acoso y derribo en redes sociales”, relata a 20minutos.

Según explica, recibió cientos de mensajes “inquietantes” en muy poco tiempo. “Ya no solo eran para insultarme, sino que también me amenazaban diciéndome cosas como que sabían donde vivía, que vigilase por donde iba y que me cortarían en pedazos. Ya eran asuntos que daban un poco más de miedo”, reconoce el investigador.

Con todo, explica que este fue un caso aislado en su experiencia. “La verdad es que la mayor parte de las interacciones que he tenido a raíz de dar un poco la cara durante la covid han sido positivas. Salir en medios obviamente te expone más a que la gente te vea, pero puede ser positivo y negativo. Hasta cierto punto es algo con lo que ya sabemos lidiar los que hemos hecho divulgación”, afirma.

También resulta relevante tener en cuenta el “efecto paralizador” del que advierten en la investigación. Y es que el resultado de las encuestas señala que, aunque los investigadores intentan ignorar el abuso que sufren, es inevitable que las víctimas no se replanteen volver a intervenir en cualquier medio de comunicación o incluso informar en redes sociales sobre el tema del que son expertos, por miedo al acoso.

“Esto influye sobre todo en los que menos divulgación han hecho. Porque cuando son víctimas de ataques, muchos se preguntan hasta qué punto sale a cuenta pasar un mal rato por informar. Es uno de los peligros de estas acciones. Que desincentiven a algunos científicos a hablar de cómo funciona la ciencia. Porque al final, pese a que igual el impacto real no exista en la mayoría de las ocasiones, se sufre un impacto psicológico”, asevera Macip.

Otro tema que atrae altos niveles de acoso es la cuestión de los orígenes del virus SARS-CoV-2. La investigación señala que cada vez cuesta más encontrar científicos que estén dispuestos a comentar públicamente sobre el tema por temor a ser atacados.

A pesar de los riesgos, incrementados con el anonimato de las redes sociales, el investigador Salvador Macip asegura que el acoso no le va a impedir seguir difundiendo sus conocimientos. “No creo que tenga la suficiente importancia como para limitar la contribución que puedo hacer, que es positiva y puede ayudar a la gente. Si la cosa se intensificara, supongo que me costaría más, y entiendo que otras personas tienen el límite un poco más bajo. Pero es una pena dejarse vencer, manipular, e influir por un grupo pequeño de radicales”, concluye.

Foto: Shutterstock.