Fue un día de pura emoción para Ángel Di María. Después de 7 temporadas consecutivas, el Fideo se despidió del París Saint Germain en Parque de los Príncipes.
Y su adiós fue a lo grande: asistió a Kylian Mbappé para la apertura del marcador, convirtió uno de los tantos en la goleada ante Metz y fue una de las grandes figuras del equipo conducido por Mauricio Pochettino.
Una vez que el rosarino envió la pelota a la red luego de capturar un rebote tras un tiro en el poste de su compatriota Lionel Messi, no pudo contener las lágrimas.
A los pocos minutos, el entrenador lo reemplazó de la cancha por Ander Herrera y el estadio parisino se vino abajo con una ovación que el jugador del seleccionado argentino jamás olvidará.
Si anteriormente sus ojos se habían puesto vidriosos, la situación se repitió cuando saludó a cada uno de sus compañeros al minuto 73, les enseñó el escudo del club a todos los fanáticos y se tocó el corazón.
En uno de los palcos, su esposa Jorgelina Cardoso se emocionó al unísono.
Sus hijas, que posaron con él en la formación previa al pitazo inicial, también lo acompañaron en su última función.
“Poder disfrutar de todo esto es algo muy lindo para mí. Después de 7 años maravillosos, irme de esta manera es inolvidable.
Es normal llorar, son muchos años acá, son momentos muy importantes en mi vida, es la mitad de mi carrera en esta ciudad e irme así es lo mejor que me podía haber pasado”.
Declaró después el pitazo final.
Además, desde las pantallas del estadio transmitieron un video con sus mejores goles tras el cierre del encuentro y entonces sí pudo despedirse definitivamente.