Don Víctor Cordero se declara un amante empedernido de la música. Cuando suena su guitarra en San Ramón de Alajuela el día cambia para él y sus vecinos, ya que la música se apodera de la comunidad. Don Víctor es un hombre alegre por naturaleza y asegura, sin temores, que si no fuera por la música ya estaría bajo tierra hace mucho tiempo.