Es normal ver en las fiestas a muchos jóvenes utilizando cilindros de colores de donde sale humo con olores frutales, esos son los vapes que han venido a sustituir poco a poco al cigarrillo normal.
A pesar de que al usar un cigarrillo electrónico se disminuye la cantidad de colillas de cigarro que podría dejar el fumador en el ambiente, el impacto ambiental de los elementos de los vapes desechables es importante.
Archivos de Bronconeumología, la revista científica de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, Separ, ve estos dispositivos como basura electrónica que puede contaminar altamente el ambiente.
Se estima que 55 millones de personas utilizan cigarrillos electrónicos en el mundo.
Según un estudio de Truth Initiative una organización de control del tabaco en Estados Unidos, el 49% de las personas que usan cigarrillos electrónicos no saben como desecharlos.
Además, de los jóvenes entrevistados, el 51% desecha con regularidad su cigarrillo electrónico en el basurero, el 17% lo recicla en lugares no específicos para este tipo de desechos y 10% nada más los tira por donde esté.
En un estudio separado realizado por Truth Initiative en 2019, revela que casi la mitad (46,9 %) de los propietarios de dispositivos de cigarrillos electrónicos dijeron que el dispositivo que usaban actualmente no proporcionaba ninguna información de eliminación, como dónde enviar las baterías usadas o las cápsulas vacías.
Riesgos para el ambiente
Los desechos de los cigarrillos electrónicos son potencialmente una amenaza ambiental más grave que las colillas de cigarrillos, ya que los cigarrillos electrónicos introducen plástico, sales de nicotina, metales pesados, plomo, mercurio y baterías de iones de litio inflamables en las vías fluviales, el suelo y la vida silvestre.
Según Greenpeace una batería de un vape puede llegar a contaminar hasta 600 mil litros de agua.
A diferencia de las colillas de cigarrillos, los desechos de los cigarrillos electrónicos no se biodegradan incluso en condiciones severas. Los cigarrillos electrónicos que se dejan en la calle eventualmente se descomponen en microplásticos y productos químicos que fluyen hacia los desagües pluviales para contaminar nuestras vías fluviales y la vida silvestre.