Héctor tiene 7 años y vive en Arroio Grande, localidad brasileña situada a escasos 50 kilómetros de la uruguaya Río Branco. Días atrás escribió su cartita para Papá Noel y se transformó en un fenómeno viral.
El pequeño Héctor no solicita los juguetes que normalmente querría un niño de su edad: pide comida. “Papá Noel, mi sueño es obtener una carne para pasar con mi familia”, escribió
Héctor vive con su madre, su padre y tres hermanos. Cursa el primer año de Primaria en una escuela local y recientemente aprendió a escribir. De hecho, escribió la carta navideña a sugerencia de su maestra, quien nunca imagino cuál sería la solicitud de su alumno.
“Es para llorar, el corazón no aguanta” dijo la madre del niño, Patrícia Froz de Braz, de 35 años, en declaraciones al noticiero G1.
Conmovida por el texto escrito por su hijo, Patrícia publicó en redes sociales una foto de la esquela, lo que generó una cadena de solidaridad por parte de los vecinos de la región. Según ella, el niño muestra, desde niño, un carácter solidario y se preocupa por las personas que lo rodean.
“Es un ángel, solo mira por los demás”, dice Patricia.
Desde el comienzo de la pandemia, la familia ha atravesado dificultades económicas. Recientemente les cortaron la electricidad por falta de pagó, y esta misma semana iba a pasar lo mismo con el servicio de agua, algo que se evitó gracias a que amigos y vecinos reunieron el importe necesario para pagar la cuenta.
“No puedo trabajar porque tengo una hernia, así que vivimos de los trabajos que hacen mi marido y mi hija”, dice Patrícia.
La mujer explica que el pequeño Héctor es “loco” por el asado, pero lleva largo tiempo sin darse ese gusto. De hecho, la última vez que hubo carne vacuna en la mesa de la familia fue en la pasada navidad, hace ya casi un año. Patricia explica que a maña situación económica de la familia y el gran aumento de precio de ese alimento hicieron que desapareciera del menú.
“Me preguntó si haríamos un asado para Navidad, le dije que era muy difícil. Compramos huesitos de cerdo, patas de gallina, hígado, a veces un muslo de pollo. El año pasado conseguimos un trozo de carne y lo asamos. Fue a última vez, es muy difícil”, relató.
En cuanto publicó la foto de la carta en sus redes sociales, Patrícia comenzó a recibir mensajes de solidaridad, llamadas, visitas e incluso transferencias bancarias de personas que ni siquiera conoce.
La mujer pensó en llevar la carta a una emisora local o a la sede correos, pero ahora cambió de opinión.
“La voy a guardar. Marcó una gran diferencia en la vida de nuestra familia”, afirmó.