La violencia vinculada al narcotráfico en Costa Rica sigue creciendo, y ahora, pone en evidencia una realidad preocupante: el armamento de los grupos criminales supera ampliamente al de las fuerzas policiales.
Según las autoridades, el crimen organizado ha modernizado su arsenal, y utiliza armas de fuego como principal herramienta para el sicariato y la defensa de sus territorios.
En los últimos años, fusiles de asalto como el AR-15 y el AK-47 automático son de las armas más comunes en manos de bandas delictivas. Estas no solo se usan contra grupos rivales, sino también en enfrentamientos directos con la Policía.
En contraste, los cuerpos policiales operan con pistolas 9 milímetros y fusiles AR-15 semiautomáticos, una diferencia significativa respecto a lo que se enfrentan.
El criminólogo Erick Villalba explica lo siguiente:
“La capacitación, el armamento y el equipo que tienen nuestros policías son inferiores a la capacidad que posee el crimen organizado. Recordemos que ellos tienen el dinero para adquirir cualquier arma, incluso explosivos”.
Villalba también destacó que muchas de estas armas de guerra, prohibidas en el país, ingresan por el sur junto con la droga, y son utilizadas como método de pago a narcotraficantes locales para que defiendan sus rutas y territorios.
En 2024, el Ministerio de Seguridad Pública decomisó 40 armas automáticas militares. Sin embargo, en lo que va del 2025, ya se han confiscado 190 armas largas, situación que refleja una escalada alarmante.