Angelina Jolie nunca deja de asombrar. Como las grandes artistas, la estrella, la madre, la benefactora, la ex esposa, la actriz ha pasado por todas las fases. Tuvo un periodo loco, rebelde, en el que hablaba sin reparos de su bisexualidad, intercambiaba viales de sangre por anillos de boda y besos en la boca con su hermano. Luego llegó su etapa de embajadora de ACNUR, tan preocupada por los conflictos del mundo como por mantener el tipo en la alfombra roja. Se convirtió en la madre perfecta (de seis hijos), en la esposa perfecta (de Brad Pitt), en la realizadora de cinco producciones en una industria de hombres. Jolie fue incluso la enferma perfecta, capaz de compartir públicamente su lucha contra el cáncer.
“A veces sé que doy la impresión de que puedo con todo, pero lo cierto es que todo lo que intento es llegar al final del día”, se sincera. Está de promoción con su último trabajo como directora, First They Killed My Father, y tras el silencio pactado que siguió a su separación de Brad Pitt, no deja de hablar. Dice que lo lleva bien, aunque es duro. “Me siento un poco más tímida. No soy tan fuerte como fui antes”.